Se sigue
  llevando la cara pálida pero de manera exagerada, el ideal es
  parecer enfermo y ya no es suficiente empolvar con polvos de arroz.
  Se pone de moda ingerir vinagre y limones para aclarar la piel,
  incluso se ingieren sustancias que contenían plomo o arsénico con
  el consiguiente riesgo de en algunos casos llegar a provocar la
  muerte. La ojera se marca de azul al igual que las venas. La idea
  es mostrar la sensibilidad cutánea. Los pómulos se sonrosan
  levemente con un rosa palo y los labios se maquillan en color
  carmesí en forma de corazón.
Se siguen usando perfumes, los mas recomendados
  son los de lavanda ya que denotan frescura y limpieza. Las uñas
  van en un aspecto muy natural y abrillantadas con cremas.
El canon de belleza no solo marca una piel
  extremadamente translúcida sino que también exige una cintura muy
  estrecha. Para esto utilizan corsés ajustados hasta los extremos
  suponiendo también un riesgo por la deformación de órganos
  internos e incluso problemas intestinales y enfermedades.
La moda de belleza la sigue marcando Francia,
  aunque las tendencias ya no las impone la corte sino la burguesía.
En la última década aparece un peluquero
  francés llamado Marcel que revoluciona el concepto del peinado con
  un nuevo método de ondulación que le hizo famoso a nivel mundial
  y se extiende bien entrado el siglo actual.


 
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