Después de la caída del imperio romano,
  Europa occidental es invadida por los bárbaros, y al no existir un
  poder central organizador fuerte, la vida vuelve a hacerse rural.
Los territorios ocupados se organizaron en
  feudos, latifundios en los que el pequeño propietario y el
  artesano se ponían al servicio y bajo la protección del
  propietario mediante el sistema de vasallaje.
La estructura social da lugar a una economía
  cerrada en la que el principal peso del trabajo cae sobre el
  vasallo, y solo se produce lo que se consume. 
  
La agricultura y la ganadería son las bases de
  la subsistencia humana y el intercambio comercial en Europa es muy
  escaso.
El cristianismo se expande por toda Europa, y
  la iglesia se ha hecho represora, es la única estructura
  organizada con poder general. A partir del siglo XI con lo
  progresos técnicos aumenta la productividad y las ciudades se
  convierten en centros de comercialización de los excedentes.
Es una nueva fase expansiva de la economía y
  un nuevo desarrollo de las ciudades y las actividades propias de
  ellas, estas se practicaban en gremios que eran cofradías de
  trabajadores del mismo oficio, para la realización de las diversas
  actividades cada oficio tenia unos grados, aprendiz, oficial, y
  maestro.
La Profesión 
  
La iglesia y la vida rural hacia que todo lo
  que estuviera destinado a ensalzar la belleza corporal hacen que
  disminuya muchas de las actividades que ganaron importancia y
  desarrollo en las ciudades de la antigüedad. En el ámbito privado
  circularon entre las mujeres de las clases altas gran cantidad de
  recetas y técnicas destinadas al embellecimiento con ingredientes
  insospechados.
- Depilatorios diversos como la cal viva, depilación con pinzas, con ayuda de los dedos impregnados en pez o también con agujas calientes clavadas en el bulbo piloso.
- Perfumes para la piel y cabellos con almizcle, clavo, nuez moscada, y cardamomo.
- Para maquillarse utilizaban heces de cocodrilo, sesos de jabalí secos, y pulverizados o dientes de animales triturados y mezclados con aceites.
- Para teñir los cabellos blancos utilizaban una pasta hecha de ceniza de sarmientos de vid y de fresno macerados y cocidos durante medio día en vinagre y con ello recubría los cabellos toda la noche.
Los hombres tenían el cabello largo ya que
  significaba virilidad y libertad, de ahí que los esclavos y los
  miembros del clero estuvieran tonsurados (coronilla afeitada).
  Finales del siglo XII el barbero afeitaba, recortaba barbas y se
  ocupaba de la cirugía menor que en aquel tiempo consistía en
  cuidar heridas, cauterizar, extraer pinzas delantales y sangrar a
  los clientes con sanguijuelas.
La higiene corporal tenía cierta importancia,
  en especial la lucha contra los piojos y la caspa. Se sabe que
  existieron pocas lavadoras de cabeza.
Peinados
En cuanto al peinado, las conveniencias exigían
  a las mujeres disponer sus cabellos ordenadamente reunidos en una
  trenza o divididos con una ralla central y dos trenzas cayendo
  sobre los hombros o recogidas en la frente. Las mujeres casadas,
  además, debían encerrar la trenza con una toca.
Como único adorno se usaban tocados sencillos
  que servían más para ocultar los cabellos que para destacar el
  rostro.
Las más humildes tejían en sus cabellos
  trenzas de todo tipo que generalmente nunca dejaban caer, sino que
  se enroscaban encima o alrededor de la cabeza formando originales
  recogidos. Sus únicos recursos para hacerlo eran peines de madera
  e hilos de lana.
A menudo, se usaban flores como ornamento, pues era lo único que tenían a su alcance.
A menudo, se usaban flores como ornamento, pues era lo único que tenían a su alcance.
El cambio de color no era muy bien visto. Las
  leyes medievales afirman que el tocar o arrancar parte de la barba
  o los cabellos será castigado con fuertes multas de dinero o con
  castigos corporales.
Bajo la influencia de la moda francesa, los
  jóvenes nobles se afeitan la frente y dejan caer los cabellos
  rizados por la espalda. Los cortesanos de los siglos XII y XIII
  demostraban gran interés por los cabellos largos y rizados. Las
  pintas de los rizos podían ir hacia adentro o afuera, llamándose
  en este caso el peinado de “viruta” por asemejarse a la forma
  de las virutas de madera después de un cepillado.
Las mujeres llevaron el pelo largo durante toda
  la Edad Media. En los siglos XII y XIII también los llevaron
  rizados como los hombres. . Desde mediados del siglo XII,
  procedente de Francia, aparece la “Venda” que consiste en una
  venda que se usaba rodeando la barbilla y una banda rígida
  rodeando la cabeza en forma de corona.
Aparecen las tenacillas calientes en el siglo
  XIII.
Uno de los peinados clásicos del siglo XIV se
  basa en dos trenzados amplios que caen por las mejillas rodeando
  las orejas y casi siempre sostenidos por una red.
En los países nórdicos, se llevan los grandes
  tocados de formas voluminosas que hacen parecer la figura femenina
  más delicada. Al principio se llevaban sobre las orejas pequeñas
  formas de cuernos sostenidas por una red. Eran muy utilizados el
  tocado de aguja o hennin, el tocado turbante, que tenía un velo
  cosido en la parte alta. Es clásico también el tocado en forma de
  “maceta” invertida sobre la cabeza.
También para estilizar la cara se procura
  levantar los cabellos. El ideal de belleza consiste en una clara
  frente redondeada y alta, los cabellos de las sienes se retiran
  hasta el borde de las cofias. Se depilan las cejas y el cabello de
  la frente. La depilación se realiza con piedra pómez y mezclas de
  extravagantes productos (huevos de hormiga, etc.)
Solamente, las jovencitas llevaban los cabellos
  sueltos, y en todo caso, según su categoría una pequeña diadema.
Les gusta cambiar el color de sus cabellos pero
  el rojo no estaba bien visto en la época.
El ideal de hombre de la época es el jovencito
  delgado y de fino talle. Los cabellos se llevan medianos,
  ligeramente ondulados y a veces los cabellos cortos en la frente y
  con un bucle hacia adentro. El pueblo llano estaba obligado a
  llevar el pelo corto. En general, no llevan barbas, solo los
  señores mayores como símbolo de dignidad y sabiduría. El largo
  manto, un privilegio de las clases altas, deja paso a la falda
  corta: mallas para las piernas, un breve jubón y una chupa
  entallada con una falda corta.
En el siglo XV, la moda masculina se torna
  cambiante. Las espaldas rellenas y los hombros abuchonados hacen al
  hombre más esbelto, de talle más estrecho. Llevan los cabellos
  cortos.
El cabello de los monjes se peina de forma
  radial desde el remolino hacia fuera en todos los sentidos, se
  corta por encima de las orejas y alrededor de las orejas.
A mediados de siglo, sobre todo los jovencitos,
  llevan la cabeza llena de grandes rulos que se realizan con
  tenacillas. A veces se entrelazan con cintas y el peinado masculino
  se afemina.



 
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