El
desarrollo de la medicina
se relaciona directamente con los fenómenos migratorios, los
hacinamientos en las ciudades y las precarias condiciones de vida
de la clase trabajadora propios de la Revolución
Industrial. Su consecuencia fue la proliferación de
enfermedades
infecciosas (sífilis,
tuberculosis)
o relacionadas con la mala alimentación
(pelagra,
raquitismo,
escorbuto).
Dichas problemáticas son cruciales para entender el origen de la
medicina
social de Rudolf
Virchow y el sistema de salud
pública de Edwin
Chadwick que darían lugar a la actual medicina
preventiva. La misma Revolución
Industrial, con el agregado de las numerosas guerras y
revoluciones, generarían un desarrollo científico generalizado
que contribuiría en la instauración de condiciones técnicas para
el triunfo de la asepsia,
de la anestesia
y la cirugía.
Las Revoluciones
burguesas, promotoras de ciudadanos librepensadores,
construyen una nueva medicina científica y empírica, desligada de
lo místico y artesanal. Se culmina con la opresión de los viejos
cánones éticos del absolutismo
y el catolicismo
instaurando nuevos cánones, nuevos calendarios.
El siglo XIX verá nacer la medicina experimental de Claude
Bernard, la teoría de "Omnia
cellula a cellula" de Rudolf
Virchow, la teoría
microbiana, la teoría
de la evolución de las especies de Charles
Darwin, y la genética
de Gregor
Mendel.
Véase también: Medicina
en el Siglo XIX
El siglo se caracteriza por romper
definitivamente con la fusión que la Historia había tenido con la
literatura. Leopold
von Ranke se compromete con una historia crítica y
escéptica.
Se deja influir por las corrientes filosóficas predominantes del
momento, tales como el liberalismo
y el nacionalismo
llegando a caer incluso en el etnocentrismo,
racismo
y particularmente en el eurocentrismo.
Las reflexiones sobre la sociedad de Saint-Simon
producen dos tendencias que modificarían las tendencias
historiográficas: El Positivismo
y el Materialismo
histórico, también influido por la dialéctica
hegeliana.
Ambas entienden que el comportamiento de la historia se encuentra
sometido a leyes. La primera concibe el desarrollo de la historia
como procesos ordenados,
la segunda lo concibe como resultado de los conflictos
entre los estratos
sociales.
En
Europa el siglo
XIX se caracterizó por el nacimiento de las democracias
censitarias y el ocaso de las monarquías
absolutas. La Revolución
francesa y la posterior era
napoleónica ayudarían a expandir las ideas republicanas
y liberales. Los
monarcas, en el caso de sobrevivir, se convertirían en déspotas
ilustrados que actuaban permisivamente con la clase
dominante. Surgiría la idea de izquierda
y derecha
a partir de la Revolución francesa. Los políticos se
identificarían en Jean
Paul Marat y Maximilien
Robespierre, o en el Conde
de Mirabeau y el Marqués
de La Fayette. El transitorio ocaso de las revoluciones en pro
de la restauración de las monarquías solo lograría potenciarlas
en oleadas
revolucionarias más radicales como las de 1848,
hasta el desarrollo de las ideologías
sociales y el movimiento
obrero, que culminaría en el triunfo de la revolución
rusa en el posterior siglo.
Véase también: Historia
de Europa, siglo XIX
La Emancipación
de América Latina dio comienzo en este siglo. Los
levantamientos
indígenas en nombre de Túpac
Amaru y de
los comuneros de asunción serían antecedentes de una
identidad
naciente. Identidad que nacería y sería defendida por los grandes
próceres latinoamericanos, promotores de la idea de una nación
latinoamericana: Francisco
de Miranda,José
Miguel Carrera, Bernardo
O’Higgins, Antonio
José de Sucre, Simón
Bolívar, José
de San Martín, Mariano
Moreno, Manuel
Belgrano, José
Artigas y Juan
Pablo Duarte en la República
Dominicana. Su revolución, constituida en el marco de
las revoluciones
burguesas, sería estrictamente latinoamericana.
Sus revoluciones fracasarían en buena medida a causa de
caudillismos,
intereses de las burguesías locales y coimas de las potencias
europeas, pero cada uno de ellos sería convertido, a menudo por
quienes los traicionaron, en una leyenda. Las fronteras americanas
variaron notablemente en todo el siglo y los gobiernos tomarían
una estructura bipartidista
en donde pululaban los golpes
de estado y los fraudes
electorales.
Véase también: Guerras
de independencia hispanoamericana
África
sería objeto de abierto uso y abuso por parte de los imperios
Europeos. Cecil
Rhodes sería una figura fundamental en el desarrollo
del imperialismo
británico.
También surgiría lentamente el Imperialismo
Norteamericano a partir de una aparentemente inocente
doctrina
Monroe.
Dicho siglo anunciaría la decadencia Imperio
otomano que acaecería con la primera
guerra mundial. La guerra
del Opio humillaría al histórico Imperio
chino en sus tratados
desiguales y culminaría con la caída de la Dinastía
Qing en 1911.
Bismarck era un socialista radical, que apostaba por la
socialdemocracia y la igualdad de los obreros alemanes pues amaba a
los alemanes y tenía una grandísima amistad con Napoleón III y
Francisco José I.
Véanse también: Reparto
de África y África
en la era colonial
[editar] Hacia la vanguardia: el arte
Artículo principal: Historia
del Arte del siglo XIX
El historicismo
marca a la nueva arquitectura, que se deja influir por la añoranza
al pasado, que encuentra su originalidad en el estudio del pasado
origen. Concentraba todos sus esfuerzos en recuperar la
arquitectura de tiempos pasados. Al neoclasicismo del pasado siglo
le continuó el neogótico,
asociada a los ideales románticos nacionalistas. La arquitectura
ecléctica, en hace evolucionar a la historicista,
combinando variedad de estilos arquitectónicos en una nueva
estructura.
El movimiento Arts
& Crafts contempló la idea de aprovechar el
desarrollo industrial y tecnológico, viendo en el artesano una
figura destacable. Con la disolución de sus ideales y la
dispersión de sus defensores, las ideas del movimiento
evolucionaron, en el contexto francés, hacia la estética del Art
nouveau, considerado el último estilo del siglo XIX y
el primero del siglo
XX.
El romanticismo del siglo XIX fue la antítesis
del neoclasicismo.
La moderación, el racionalismo, la pública inmoralidad serán
tajantemente reemplazados por el exceso, el sentimentalismo, la
búsqueda de crear una moralidad cada vez más inalcanzable. Los
ideales cimentados por Rousseau,
el precursor ideológico del romanticismo, culminarán en la
Revolución
francesa, que sería el punto de partida para la
creación de una nueva época. La revolución será constantemente
evocada a lo largo del siglo, junto con ideales como la libertad,
la independencia
y el nacionalismo,
en ese entonces perteneciente a la izquierda
política. Los pilares son el individualismo
burgués, que quedaría plasmado en el subjetivismo
literario; la evasión de la realidad, en pro de la creación
de una nueva
sociedad mejorada; la exaltación de la naturaleza,
en la cual suponían que el Hombre estuvo exento de dramas y
dificultades.
Hacia el postromanticismo
se gestaría la idea de que la belleza
del arte se encuentra en el arte
mismo: El arte por el arte. Varias corrientes se consideran
postrománticas: El parnasianismo,
se caracterizaría por su ruptura con el subjetivismo
y con el exceso de sentimentalismo; el simbolismo
según definió el propio Jean
Moréas es "Enemigo de la enseñanza, la
declamación, la falsa sensibilidad, la descripción objetiva",
se encuentra impregnada de intenciones metafísicas, misterio y
misticismo; el decadentismo surge por el acto de potenciar a
Baudelaire,
que buscaba la belleza en lo repugnante, busca revelarse contra la
falsa moralidad burguesa.
Otra alternativa al romanticismo fue el
realismo,
inspirado en los efectos sociales del nuevo capitalismo. Es
habitual el uso de la sátira, la denuncia, las temáticas de
enfermedad, suciedad, locura, pobreza, vicios y prostitución. El
realismo se potenciaría en el naturalismo,
más influenciado por el materialismo, el positivismo o el
determinismo.
La Pintura
del Siglo XIX no estuvo exonerada del quiebre histórico con su
historia. Tampoco lo estuvo de la multitud de corrientes de
filosofía
del arte. También se dejó influenciar por el fenómeno
político francés, la ruptura con el tradicional
artista
que muestra lo que la monarquía
y su aristocracia
pretende. El mundo no está en orden, y eso pretende mostrar el
nuevo arte, al mismo tiempo que propone un nuevo orden: El
Romanticismo.
Allí donde el neoclasicismo
propone una belleza ideal, el racionalismo, la virtud, la línea,
el culto a la Antigüedad clásica y al Mediterráneo, el
romanticismo
se opone y promueve el corazón, la pasión, lo irracional, lo
imaginario, el desorden, la exaltación, el color, la pincelada y
el culto a la Edad Media y a las mitologías de Europa del norte.
Hacia mediados de siglo hay una vuelta, en
cierta forma, al racionalismo
como fuente de inspiración. El notorio desarrollo industrial
provocado por la Revolución
industrial, sus "efectos secundarios" y la
frustración con los estímulos
revolucionarios de 1848 llevan al artista a olvidarse
del tema político y a centrarse en el tema social. El manifiesto
realista
comprende que la única fuente de inspiración en el arte es la
realidad, no existe ningún tipo de belleza preconcebida más allá
de la que suministra la realidad, y el artista lo que debe hacer es
reproducir esta realidad sin embellecerla.
Los pintores
paisajistas ingleses del romanticismo afianzarían las
bases sobre las que más adelante trabajarían los impresionistas.
De Turner
los impresionistas
tomarían su gusto por la fugacidad, sus superficies borrosas y
vaporosas, el difuminado y la mezcla de colores intensos; pero
desecharían el componente sublime, propio de la pintura romántica.
Hacia finales de siglo y comienzo del siglo XX
se podía ver una gran variedad de vanguardias. El punto
máximo del individualismo implicaba que cada artista debía
promover su propia vanguardia,
que afirmaba, de carácter universal y verdadero. El
postimpresionismo,
el puntillismo,
el simbolismo
pictórico, el expresionismo,
el cubismo,
el fauvismo,
el surrealismo,
el futurismo
darían cuenta de una sociedad que vive en la revolución por la
revolución, la vanguardia por la vanguardia, la universalidad por
la universalidad. Una sociedad donde los plazos son cada vez más
pequeños, el ritmo cada vez más rápido.
Aunque rompió con la moderación armónica, el
Romanticismo
no necesariamente funcionó como antítesis del clasicismo.
Beethoven
(1770-1827),
que significó un nexo entre ambos estilos, desarrolló principios
heredados de Haydn
en término de contraste, al mismo tiempo que extendió
temporalmente la forma
sonata.
Se retomó la tonalidad
cromática ampliándola y llegando al extremo, en el
Postromanticismo,
de suspenderla o creando tonalidad errante generalizada. También
fue ampliado el tamaño de la orquesta
llegando a extremos utópicos como el de Berlioz.
En este siglo se gestaría el culto al pasado, particularmente a
Bach
y el barroco, por lo que se daría inicio a la
interpretación
como nueva rama. Hacia mediados de siglo también sería importante
el papel del nacionalismo
como búsqueda estética.
Hacia fin de siglo se gestaría el
Impresionismo,
que buscaría su expresión en la ruptura con la tonalidad,
buscando en la modalidad
como forma búsqueda arcaizante. También se inspiraría en músicas
"exóticas", particularmente en la música
de gamelán. Rompería con el contraste en favor de la
homogeneidad incluso hasta llegar al concepto de música
funcional, como es el caso de la pieza experimental de
Erik
Costome "Musique
d'ameublement".
Mientras que el modalismo
y escalismo
del Impresionismo influenciarían más tarde a los compositores
modernistas,
el interés por la música con mínimos contrastes influenciaría
al Minimalismo.
El cromatismo
postromántico,
por el contrario, ejercería más influencia en el Expresionismo,
que desarrollaría el atonalismo
Libre y posteriormente el Dodecafonismo.
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